jueves, 2 de octubre de 2008

Entrega 1

La tarde estaba soleada como el clásico día de comienzos de verano. En el aire se respiraba la suave brisa marina que suele refrescar incluso al sol por éstas épocas. En la playa disfrutaban alegres los veraneantes. Con sus sillas playeras se deleitaban con los rayos solares. Otros jugaban con las pelotas y uno que otro jugueteaba con sus mascotas.

Allí estaba yo, sentado en el extremo del muelle que entra en el mar. Por esas épocas leía un libro que estaba de moda. Ahora ni siquiera recuerdo el nombre de aquél joven e intrépido aprendiz de mago que tanto furor causó.

Suelen decir que las modas suelen pasar de largo y las cosas que valen la pena se quedan para marcar nuestras vidas. Aunque no estoy seguro de eso. Pues el mago, aquél del libro, pasó de largo y yo, que en ese entonces, fui considerado una moda, me quedé. Pero no les adelanto más y si me permiten ingresar en su vida, les contaré como sucedió todo. 

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